Un mensaje de un vecino y las redes sociales dan cuenta de que en el jardín botánico de Barakaldo se están produciendo situaciones en la que algunas familias se acercan al lago para pescar peces, cangrejos y tortugas e incluso intentar atrapar patos. A ello se une el hecho de que algunas personas también recolectan frutas o moras, o que algunos pequeños apedrean a los gatos del jardín. Los testigos señalan que han apercibido a quienes realizan estas prácticas pero se han encontrado con el rechazo y con argumentos como que no hay un cartel que indique que está prohibida la pesca. El intento de advertir a los vigilantes del botánico tampoco ha dado resultado porque los interesados no han podido dar con ellos ni siquiera en la caseta que tienen. Barakaldo Digital ha acudido al jardín botánico y no ha observado estos hechos pero sí que se echa pan para alimentar a los animales en las muy turbias aguas del lago, además del mal estado de parte de esta zona verde. Hace un año, una vecina alertaba de que algunas personas se llevaban flores del jardín ante la ausencia de vigilancia. La primera piedra para la creación del jardín botánico de 65.000 metros cuadrados y más de 1.200 especies vegetales se puso el 21 de octubre de 1998 y entonces se anunció una inversión de 388 millones de pesetas —2,3 millones de euros—. Al final, la obra civil se adjudicó a la constructora Viuda de Sainz por 321,5 millones —1,9 millones de euros—, pero se encareció un 20% y quedó en 2,3 millones de euros. La plantación de especies se anunció por 160 millones de pesetas —0,96 millones de euros—, aunque se encareció un 23%, y se encargó por 26 millones de pesetas —156.000 euros— a la compañía Ghesa la creación del lago de 1.250 metros cúbicos de agua y 45 centímetros de profundidad, un arroyo, “cataratas” y fuentes ornamentales, entre ellas un surtidor tipo géiser con un chorro de agua de 12 metros de altura con iluminación blanca con cuatro niveles de intensidad. Además, se comunicó un gasto de 194.000 euros en el vallado perimetral por parte de Trameinsa. Las obras se tenían que haber realizado en 18 meses pero la inauguración se produjo formalmente el 21 de junio de 2002, después de cuatro años de trabajos, con obras aún en marcha y un coste que se estimó en 3,31 millones de euros. Las quejas y denuncias por la falta de mantenimiento y vandalismo comenzaron sólo un año después de la apertura.
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