por Juan Lamadrid
A todos nos gusta jugar. Al fútbol, al baloncesto o al parchís. Pero a nadie le gusta perder. Por mucho que uno trate de justificarse con excusas como que he sufrido un pequeño pinchazo en el muslo o echándole la culpa a los dados, la derrota escuece. Por eso se inventó esa absurda frase de que lo importante es participar. Y parece que los políticos se la toman en serio porque cada año se sacan de la manga eso de los presupuestos participativos.
Póngame una acera en ese lugar, una farola a la que no se robe el cable y que ilumine todas las noches, papeleras para tirar los pañales del niño cuando estamos en el parque con esos nuevos columpios, un poco de cemento para esas baldosas sueltas que me estropean los zapatos y los calcetines los días de lluvia al pisarlas, y —si eres de los más aventurados— un helipuerto en Ansio para los días en que hay atasco en el puente Rontegi y tengo que coger el aparato ese de las hélices para ir a trabajar a la otra margen.
El caso es hacer propuestas. Cientos de ellas se recogieron en la última campaña que realizó el entonces equipo de Gobierno del puño y la rosa para confeccionar un presupuesto participativo. Hasta las publicitaron en el periódico municipal. ¡Qué cachondos! Al final, como había elecciones y el Gobierno tenía los mismos concejales que ahora en la oposición, nada de nada. Papel mojado. Los pobres vecinos pensando qué necesitaban sus barrios, qué era necesario para mejorar Barakaldo, ocupando su tiempo en rellenar unos papeles, mandar un correo electrónico o hacer uso de las redes sociales para trasladar sus demandas para que, al final, acabasen en la papelera.
Ahora desde la oposición, los que antes gobernaban y no aprobaron un presupuesto para 2015 con las propuestas de los ciudadanos, vuelven a pedir a los vecinos que les hagan llegar sus propuestas y demandas. Para introducirlas en el presupuesto de 2016. Ese que tienen que pactar con el equipo de Gobierno. No hace falta. Que cojan las 473 que les hicieron llegar los vecinos el año pasado y las presenten a la señora que ahora firma los decretos de Alcaldía. Pero es mejor que vuelvan a pedirlas. Los ciudadanos siempre podrán decir que lo importante es participar. Aunque si el Ayuntamiento hiciese algo de lo propuesto, sería le leche.